Los arquitectos del movimiento moderno del siglo XX realizaron numerosos intentos en adoptar modelos de producción en serie, prefabricación y técnicas de modularización en sus edificios. Ninguno de estos esfuerzos tuvo éxito o popularidad y pronto fueron abandonados.
Un ferviente deseo de convertir la arquitectura moderna en un producto, de alejarse de la permanencia, lejos de lo elitista y hacia lo universal, prevalece la teoría de la arquitectura moderna. Aunque el sueño se fue incrementado de nuevo con cada generación, desde el comienzo del siglo XX, su materialización ha fracasado con cada nuevo intento.
La razón primordial de estos fracasos fue el carácter restrictivo de los conceptos que subyacían en cada intento.
Normalmente el tener los objetivos claros es un requisito previo para el éxito pero en este caso resultó fatal. Poco a poco se fueron sentando las bases para el fracaso de cada nueva visión. Detrás de cada intento de transformar la arquitectura en un producto industrial yacían intenciones políticas, programáticas, constructivas y estilísticas que fueron definidas y enunciadas con total precisión. Cada nuevo esfuerzo era tan contenido en sí mismo y tan específico que impedía que fuera generalizable y aplicable posteriormente.
Los sueños del siglo XX, de una posible arquitectura industrializada fueron motivados por ideas políticas que iban desde el marxismo hasta el liberal socialismo. La dificultad para asociar la producción arquitectónica con la política occidental se encuentra en la naturaleza cíclica de la política. Las posturas políticas nacionales y locales en muchas democracias occidentales pueden, y a menudo son modificadas cada pocos años, sin embargo, la producción arquitectónica no prospera tan rápido. La producción y las estructuras de apoyo necesarias para construir tienen una evolución lenta y su implemento supone un alto coste. Cuando estas estructuras están vinculadas a la política, carecen de la continuidad de los gastos de capital y los procedimientos necesarios para mantener un programa de arquitectura duradera. En los Estados Unidos y en otras democracias occidentales, el mercado, no el gobierno, es el único fiable a largo plazo agente de cambio.
La otra cara de estas ideologías políticas ha sido un enfoque programático exclusivo en la vivienda. Al igualar un proceso de construcción con un único tipo de edificación -viviendas-, el resultado ha sido otra vez desastroso para el sueño modernista de una posible arquitectura industrializada. La vivienda es sólo una parte de la producción arquitectónica. Al centrarse en la vivienda como el único tipo de construcción sujetos a la fabricación industrializada, la idea mucho más poderosa de un proceso de aplicación general se ha perdido. El potencial del proceso de industrialización es mayor cuando la amplitud de su aplicabilidad es más amplia. [1]
[1] Kieran, Stephen y Timberlake, James. Refabricating ARCHITECTURE. McGraw-Hill Companies, Inc. New York, 2004
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